martes, 20 de julio de 2010
El Museo del Crimen de Rothenburg ob der Tauber
Juan Carlos Lemus
Máscaras de metal, sillas con clavos, hierros para atornillar dedos y ruedas de carreta para destripar cuerpos,
son algunos de los instrumentos que exhibe permanentemente el Mittelalterliches Kriminalmuseum, (Museo Medieval del Crimen), en la ciudad medieval de Rothenburg ob der Tauber.
La Edad Media es una de las más altas expresiones de la crueldad humana, y, a la vez, del ingenio y desborde de la criminalidad.
Desde denuncias por supuestas prácticas de brujería hasta simples chismes podían terminar con la vida de las personas.
Ardides de todo tipo sirvieron para ejecutar a inocentes. Enfermos mentales, mujeres acusadas de cometer adulterio y también cornudos, eran castigados en público.
Pero además había castigo para los mentirosos (máscaras con lengua larga) o para hombres que "habían actuado como cerdos" (máscaras con el hocico de dicho animal).
Los panaderos que no daban el peso justo al pan, eran enjaulados y sumergidos entre el agua. El condenado era zambullido, totalmente y sin que muriera, una vez por cada 16.6 gramos menos que tuviera el pan.
El Museo del Crimen exhibe, además, bolas de acero; potros de madera; a la "Dama de Hierro", que es quizá una de las imágenes más reconocidas en el mundo: una especie de sarcófago, del siglo XVI, con forma de mujer, en cuyo interior lleno de púas metían a las mujeres que tenían lo que sus juzgadores consideraban "una vida desordenada".
- En una ciudad museo
Rothenburg fue identificada como un Estado desde el año 1200. A partir de entonces fue creciendo y hoy día conserva los límites territoriales que tuvo ya en el año 1400.
Circulada por un muro, con la misma puerta de entrada de hace siglos y las calles empedradas, ha sido reconstruida de tal forma que ya son casi invisibles los vestigios de los bombardeos que sufriera durante la Segunda Guerra Mundial.
El arquitecto municipal de Rothenburg, señor Hans Mühleck, me comentó que existe un plan permanente de conservación que permite que la ciudad mantenga su aspecto impecablemente medieval.
Según Mühleck, aún hoy día muchos habitantes de esta ciudad pueden encontrar objetos antiguos que ponen a disposición de los museos alemanes.
- El museo, un mundo
Es bueno recordar que la Edad Media no estuvo circunscrita a un país: España, Perú, México, muchos fueron los territorios que hicieron este tipo de prácticas criminales en nombre de la Iglesia Católica. En este sentido -y muy a propósito-, hay que advertir que siglos más tarde tampoco el nazismo fue un asunto geográfico alemán, sino una ideología criminal que pretendía extenderse por el mundo.
Además de instrumentos de tortura, el museo incluye documentos de los emperadores, artes gráficas, información de la nobleza y de las ciudades; además, caricaturas de los juristas, de los castigos en las escuelas, medallas, y otros datos importantes de siete siglos.
Se trata del único museo de leyes que existe en la República Federal de Alemania. Uno de sus “atractivos”, si se le puede llamar así, es el cinturón (calzón) de castidad, el cual era colocado a las mujeres cuando eran abandonadas durante algún tiempo por sus maridos. Este objeto de metal, que solamente tenía un pequeño orificio por el cual podían hacer sus necesidades fisiológicas, también era puesto para evitar que las muchachas fueran violadas cuando eran enviadas a hacer alguna diligencia por el campo.
Si a los condenados por pecados mayores les esperaba la hoguera, el ahogo en agua, el patíbulo o la amputación de algún miembro del cuerpo, a otros les tocaba sufrir largo rato sentados sobre sillas llenas de clavos.
Hasta los músicos que no habían tocado bien durante una fiesta o celebración religiosa eran castigados. Para éstos existía un grillete con forma de flauta o de trompeta, según el caso, que debían mantener enroscado al cuello durante horas.
En las calles, los enjaulados o los presos entre cepos recibían escupitajos, burlas y cosquillas en los pies por parte de los niños, y hasta lamidas de los perros.
Los niños, por cierto, eran los pequeños iniciados. Hoy día resulta cada vez más extraño que se le pegue a un niño. En la Edad Media era común pegarles y colocarles orejas de burro si eran haraganes. El museo, además de láminas, tiene una maqueta en la cual se aprecia un día de clases: en tanto alguno era azotado, otro era puesto de rodillas sobre un tronco, leyendo la lección frente al maestro.
Aquellos castigos medievales fueron desapareciendo paulatinamente y, hoy los instrumentos expuestos son testimonio histórico de uno de los periodos más brutales de la humanidad.
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